sábado, 29 de junio de 2013

Bulgaria. Las “mafias” y la “corrupción”, objetivos de las manifestaciones masivas.

Hace más de una semana que las calles búlgaras están en ebullición.

Por Thomas Cluzel. En A l'Encontre. Tomado de Punto de Vista Internacional. Traducido por José Gallego, militante de Izquierda Anticapitalista

Cada tarde, después de las 18.30 h., a la salida del trabajo, hombres y mujeres, padres, profesores, periodistas, ingenieros, estudiantes, salen a la calle en Sofía, pero también en otras ciudades: las caras sonrientes y una cólera tranquila. No se trata de “revolucionarios profesionales”, mucho menos de hooligans. Tienen un trabajo y pagan las facturas de la electricidad y de la calefacción. En otras palabras, para que estos hombres y mujeres salgan así de sus casas, han tenido que ser profundamente ofendidos.

La razón de su cólera viene en realidad del nombramiento, la semana pasada, de un diputado sin experiencia (Delyan Peesvski, de 32 años de edad), a la cabeza de la Agencia de Seguridad Nacional. Magnate de los medios de comunicación, ligado a un poderoso banco, este hombre disfruta de una reputación controvertida a causa, especialmente, de su riqueza inexplicable y de su influencia en los medios controlados por su familia. Así, bajo la presión popular, el Parlamente ha retrocedido y, el miércoles 12 de junio, anuló este nombramiento [1].

Pero las manifestaciones continúan, ahora dirigidas contra todo el Gobierno. Según un sondeo público, el 51% de las personas consultadas reclaman la dimisión de este Gobierno. Cuando los manifestantes dicen que no quieren una oligarquía en la sombra, las élites no comprenden, porque no quieren, que ellas mismas se alimentan de hecho de la mano de esta oligarquía en la sombra. Para las élites la política se reduce a esto: intrigas entre bastidores dirigidas por una clase restringida y privilegiada.

De ahí la inquietud transmitida por el semanario búlgaro Kapital: “¿Nos dejaremos estafar por una oligarquía de la peor clase que nos transporta al pasado y nos priva de nuestros últimos logros democráticos? Porque por primera vez desde el comienzo de la "transición democrática", está claro que  ahora estamos de vuelta a la situación anterior a 1989”.

En este sentido, podemos leer en las columnas de Temps, a partir del retrato de un hombre, Stéphane Stoyanov, hijo de un poeta perseguido por el anterior “régimen comunista”. Los dos hombres (Stéphane y su padre, el poeta perseguido por el anterior “régimen comunista”)  tienen en común una cosa: la rebelión contra el sistema. Sus padres eran disidentes, y ahora Stéphane ahora  lucha contra la mafia en la Bulgaria actual. Pero lo más cruel, dice, es que sus perseguidores son más o menos los mismos, los antiguos burócratas y agentes del servicio secreto, convertidos sin escrúpulos del magisterio "marxista" al crimen organizado más depravado, de la "dictadura del proletariado" a una democracia sin control. Y además, Stéphane conoce bien a estos acaparadores que están expoliando a la mayoría de los búlgaros. Hace 23 años que el “régimen comunista” cayó, y estos cambiaron su discurso, sus vestidos, sus coches, sus mujeres, pero no sus métodos. Son constantes en su brutalidad. Stéphane también muestra una fotografía de una época en la que se le ve entre dos amigos, dos amigos de los que más tarde descubrió, gracias a los archivos desclasificados de la comisión, que pertenecían al servicio secreto de seguridad.

Como la mayoría de los búlgaros, Stéphane Soyanov no puede manifestar y gritar su cólera contra la “mafia” y la “oligarquía”. Menos de un mes después de su nombramiento (el 29 de mayo de 2013), el nuevo “gobierno socialista” ya se vio por superados por los escándalos. Pero es que el gobierno anterior, de centro-derecha, había caído por las mismas razones.

Los murales de las paredes  olvidados y el estilo colectivista te devuelven al ideal neuroasténico de los años '60. Y así, aquí y allá, un cartel moderno o un ordenador llevan al visitante al siglo XXI. Como todos los búlgaros que rechazan la especulación, Stéphane se arrastra entre chapuces y el desempleo, entre salarios indecentes y una necesaria mirada irónica sobre la política.  Debido a que este gobierno, como el anterior, aun no ha comprendido que la crisis económica no es más que la parte visible de otra crisis, una crisis bien profunda: una crisis de sentido y de futuro.

¿Quiere decir esto que los países del antiguo “bloque comunista”, de los que algunos, hace ya diez años, se unieron a la UE, están condenados hoy a estas prácticas dudosas? Este es el análisis que defiende el diario de Ámsterdam Volkskrant, que recuerda que el pasado lunes el Primer Ministro checo (Petr Necas) ha terminado por dimitir después de la revelación del mayor escándalo de corrupción de la historia reciente del país. Una semana antes, el Primer Ministro esloveno (Janez Jansa) fue condenado a dos años de prisión. Y no muy lejos, en Croacia, que en diez días se convertirá en miembro de la UE, su anterior Primer Ministro (Ivo Sanader) está encarcelado a la espera de juicio. No pasa ni un día en que un escándalo se convierta en titular de las noticias [2].

Actualmente, a los búlgaros, que a principios de años salieron a la callen en importantes manifestaciones contra la corrupción hasta conseguir la caída del gobierno, no les queda otra que volver a empezar de nuevo.
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Notas:
[1] La Agencia Nacional de Seguridad es una agencia de contra-espionaje  a la que se le han atribuido recientemente poderes muy importantes en el cuadro de una “lucha con mayor determinación” contra “la criminalidad”.  El Gobierno búlgaro, “social-demócrata” - formado por antiguos miembros del Partido Comunista y por un Primer Ministro “independiente, Plamen Orecharski – necesita el apoyo del MDL (minoría turca-musulmana) para disponer de un mayoría suficiente.  El anterior Primer Ministro, el conservador Boïko Borisova, había rehusado a formar una coalición, aun teniendo el mejor resultado después de las elecciones. Orecharski, economista de formación, es apoyado por la coalición del ex-PC más el MDL. Esto, con el apoyo explícito de los ultranacionalistas de Ataka (Unión Nacional Ataque), del ultraderechista Volen Siderov. Después de 2006, Ataka mantuvo relaciones con el Front National de Le Pen y otras formaciones. Sin oponerse abiertamente a la adhesión de Bulgaria a la UE, Ataka es fuertemente xenófobo, antisemita y ataca abiertamente a los gitanos. El oficialismo posee solo la mitad de los escaños, así que el acuerdo tácito entre estos y Ataka es importante para mantener al Gobierno.

Según la AFP, el 15 de junio de 2013, la madre de Delyan Peevski dijo: “Irena Krasteva posee seis periódicos, una televisión y numerosos sitios en internet, así como la mayor sociedad de distribución de prensa. Las ONGs sospechan de la participación de capital no declarado de este grupo en otros medios y denuncian la concentración mediática ilegal”. Delyan Peevski fue juez de instrucción de 2005 a 2007, pero dimitió a causa de un asunto de corrupción. ¡El  Primer Ministro juzgó esta dimisión como la expresión de una “gran madurez política”!

Después del sábado 8 de junio, las primeras manifestaciones se llevaron a cabo las primeras manifestaciones bajo el lema “Lucha contra la manfia”, contra la corrupción. Este movimiento se realizó en la mayor confusión política.  Esto es propio de este tipo de esquemas de “transición”, donde las oligarquías son directamente visibles y perpetúan los patrones de dominación en la que la peor mezcla combinada del pasado pasan a ser, modernizadas, mafias globalizadas. (Editores La Encontre).

[2] Hay que añadir a estos affaires otros numerosos casos que dominan “la vida (muerte) política” en España, Francia y otros lugares para evitar tocar a las oligarquías. Bajos diversas formas esta “gobernanza” ha puesto de relieve la expresión del mundo “de los negocios” - durante el periodo de una crisis socio-económica prologanda – en la esfera política, intercambios múltiples de todo tipo y especulación (Redacción de A l’Encontre).

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