sábado, 15 de marzo de 2014

Redefinir el campo de acción para la izquierda anticapitalista en Italia

La izquierda en Italia está en su mínimo histórico. Pero, sin duda, su situación aún puede agravarse. Adolece de todos los problemas de fondo. Ausencia de una estructura fuerte, falta de arraigo social, crisis de los grupos dirigentes, falta de un discurso político adecuado, escasez de renovación generacional y de ideas.

Communia Network, miembros de la IVª. Int, en Europe Solidaire sans frontières. Traducción: Viento Sur


La fase actual está marcada, y lo será durante mucho tiempo, por el protagonismo de otras fuerzas: por una parte, el PD de Renzi y, por otra, el movimiento de Grillo. Se trata de fuerzas que no son de izquierda aunque, en la confusión ideológica de nuestro tiempo, ocupan su lugar y atraen sus energías.

1. Finalmente, con Renzi, el PD ha hecho comprensible –aunque ya estaba claro– su giro liberal. El alcalde de Florencia remodeló un partido que se comprometió con la senda de la gestión capitalista hace más de veinte años. Sin embargo, alrededor de su actividad se mantenía la ambigüedad de quienes veían al partido como una pseudoalternativa. Incluso la izquierda radical se estrelló contra la roca de "gobernabilidad" para mantener la ilusión de una "unidad" mítica más allá de las formas concretas que debería haber tenido. Esto no es una paradoja, sino solamente la prueba de la poca fiabilidad de estos grupos dirigentes, ya que el actual viraje Blair-ista de Renzi fue iniciado por el que ahora es su peor enemigo: Massimo D’Alema. Hoy es posible que esta ambigüedad se esté disolviendo.

Grillo también se situó al lado de la izquierda alternativa, pero lo que define la identidad política es, en última instancia, su enraizamiento en las clases sociales y la posición que adopte en la lucha de clases. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) opta, deliberadamente, por una identidad interclasista en la que las referencias al mundo del trabajo se confunden con las dedicadas a la pequeña empresa, las profesiones liberales y un precariado difuso. SEL (Siniestra, Ecologia Libertà) y Rifondazione Comunista caminan sin reconocer los errores del pasado, con los mismos grupos dirigentes, persistiendo en la ambigüedad de su relación con el PD e incapaces de comprender la necesidad de innovarse y revisar profundamente las políticas desarrolladas en el pasado.

Ante este panorama de la izquierda, no es de extrañar el papel activo y atrayente que juegan los sectores organizados en el autodenominado “movimiento antagonista”. Su protagonismo se produce en un espacio prácticamente vacío en el que estos sectores llegan a hacer valer más que otros –lo que explica su éxito– el trabajo de implantación y consolidación social realizado desde hace diez años, aún cuando, en el terreno de la elaboración y la táctica política no parecen haber abandonados los tics vanguardistas y extremistas.

Por último, la crisis ha afectado y afecta, también, a las formaciones de la izquierda clasista, anticapitalistas, revolucionarias, de origen comunista u otro, que han intentado una vía alternativa a la del PCR. En los últimos años, las divisiones y las escisiones han afectado a todos los campos, incluso a los centros sociales y al antiguo obrerismo. La geografía política que habíamos conocido en los últimos veinte años se ha desvanecido y hoy en día son difíciles de descifrar sus contornos. Cada grupo, cada movimiento parece perseguir un proyecto "egocéntrico", limitado a su propia resistencia con una perspectiva compleja, complicada, aun difícil de definir. Esto también nos afecta a nosotros.

2. Los problemas son inmensos a causa de la importancia de esta fase histórica. Lo decimos una vez más, la geografía política y social ha cambiado en sus coordenadas fundamentales. Las clases experimentan el resultado de un movimiento telúrico de gran envergadura que ha impactado sobre la estructura política y que había sido subestimado en los últimos años. En concreto, se ha producido una brecha en la relación entre los componentes más activos y conscientes de "la clase" y las perspectivas políticas a corto plazo.

En este período, el terremoto que ha desestructurado el terreno de la posguerra ha producido dos resultados cuyas consecuencias no son fáciles de prever a corto plazo. La primera tiene que ver con la desafección de "la clase" hacia la política "de mercado" y también hacia las propuestas políticas y programáticas. Los años de fracaso de las diferentes izquierdas, más o menos históricas, la victoria hegemónica del neoliberalismo que vende la TINA (There is no alternative), la alternancia entre diferentes grupos políticos llamados a gestionar políticas análogas, el efecto de la crisis institucional que afecta a las diferentes estructuras políticas europeas (demostrado por el creciente abstencionismo electoral) y que hunde sus raíces en los fracasos de las políticas filo-liberales, pero también de las políticas keynesianas, para dar respuestas, incluso parciales, a la crisis social; todo esto, ha producido una distanciamiento creciente hacia la política institucional cediendo espacio bien a la llamada antipolítica, bien a pulsiones reaccionarias, nacionalistas y falsamente antisistema.

Es la derrota de eso que se llama la "conciencia política" pero que de hecho se convierte en otras expresiones más en sintonía con el periodo actual. El triunfo del Grillismo en Italia refleja este estado de ánimo y representa, más que un interlocutor político, un sujeto que es el reflejo de nuestra crisis, sobre la que tenemos que reflexionar para comprender hacia dónde ir.

3. El segundo resultado es la marginación de la propuesta política. Es esto, nadie está libre de culpa; tampoco nosotros. En muchos países, la propuesta política alternativa al neoliberalismo y a la izquierda socialdemócrata, ha sido acaparada por los restos del estalinismo – ya sean revisados y reformados – mientras que las fuerzas anticapitalistas no han dado un salto cualitativo, ni siquiera a nivel de oferta política. Estos datos deben ser analizados muy atentamente, sobre todo a la luz del ejemplo del NPA francés que, hasta cierto punto, parecía representar la alternativa necesaria pero que, en cambio, se consume en una crisis interna permanente.

Sin una reflexión exhaustiva sobre esta crisis, el análisis de la situación de las fuerzas anticapitalistas y la definición de un proyecto renovado quedará, desde nuestro punto de vista, cojo. Sobre todo porque estamos convencidos de que esta crisis tiene mucho que ver con las cuestiones a las que tenemos que hacer frente, con la dificultad de conjugar una proposición política, pensada y acordada en otro contexto histórico y político de la izquierda, con la realidad actual del proletariado. Con sus demandas, con sus flujos de conciencia, su adhesión cambiante a un campo preciso y determinado.

4. Tiene que ver, por ejemplo, con la cuestión de "dentro" y "fuera". No es suficiente analizar las fuerzas sobre el terreno sólo en base a la geometría política. Estábamos habituados, y muchos lo siguen aún, a evaluar la situación yendo de la derecha a la izquierda: comenzando por las formaciones del sistema y del gobierno, generalmente de centro derecha, y continuando con las relacionadas con el movimiento obrero, la socialdemocracia, los "comunistas" (en todas sus vertientes) y terminando por las diferentes fuerzas anticapitalistas, antagonistas, etc. No obstante, con la progresión de la crisis política e ideológica y la demolición del andamiaje construido, modelado, y formad con una identidad global propia –el movimiento obrero– este mapa político nos sirve cada vez menos. A la clase se le resulta cada vez menos fiable vincularse a los partidos social-liberales que acuden, con satisfacción y convicción, a gestionar la crisis. Cada vez le resulta más complicado vincularse a los partidos comunistas o sus derivaciones, debido al andamiaje ideológico que proponen y de la inutilidad de fondo de sus estrategias políticas. Sobre todo, cada vez es más difícil relacionar a toda esa "clase" que queda "fuera" del sistema político, autoreferenciada y encerrado "dentro" de sus propios ritos.

Los sectores sociales golpeados por la crisis caen en la resignación, o, cuando las cosas van bien, encuentran caminos autónomos, diferentes los unos de los otros, casi nunca coincidentes, pero sobre todo que se remontan a un nivel paralelo a aquel de la política «clásica». Por otra parte, ¿acaso no fue de esto de lo que habló la exitosa primera campaña de la LCR francesa con Besancenot? ¿El éxito del "cartero" no se debió a que éste representaba a “uno de los nuestros”? Y el NPA, cuando nació, ¿no hizo por sumar todos estos "carteros", todos estos "cada uno de los nuestros" dispuestos a unirse a un nuevo proyecto de construcción en lugar de iniciar una agotadora competencia con otras fuerzas del panorama político existente?

5. Muchos camaradas piensan que para resolver esta incomunicación se necesita un poco más de propaganda, un poco más de masa crítica, una voz un poco más poderosa. Y tienen un proyecto que se basa en la acumulación progresiva de pequeñas fuerzas o bien en el camino de la descomposición y de la recomposición, sin darse cuenta, entre otras cosas, que a cada recomposición la dispersión de las fuerzas es más amplia que las fuerzas reagrupadas. En cambio, nosotros pensamos que la distancia entre "dentro" y "fuera" debe ser superada no para recomponer las vanguardias políticas dentro del juego de los partidos, sino más bien para recomponer los dos terrenos y volver a hablar, de nuevo, un lenguaje común.

Para aclararlo aun más, nosotros no proponemos un camino, ya visto, de reconstrucción desde la base de las perspectivas políticas a través de la autonomía de los sujetos –el lenguaje típico del obrerismo, también derrotado – sino que queremos tratar de "revivir", paso a paso, las diversas etapas del aprendizaje político, de la toma de conciencia, acompañando humildemente la reconstrucción de la fisonomía clasista de una alternativa.

Para hacer esto también es necesaria una masa crítica adecuada y la nuestra es muy débil. Pero no tenemos alternativas al hecho de comenzar este camino, acumulando la experiencia necesaria y generalizándola lo más posible. No se reconstruyen las condiciones de la lucha de clase lanzando desde los partidos amurallados, los sindicatos y las formas políticas organizadas, las semillas de la conciencia política a plantar en las cabezas de la clase. Se hace sorteando estas murallas y haciendo sus propias reflexiones, sus propios aprendizajes, la capacidad propia de crear conflictos y de razonar sobre un conflicto para construir una "dinámica de clase", lugares de auto-organización y de construcción de una nueva conciencia de clase. El punto clave de la división de los camaradas de Sinistra Anticapitalista está en estas prioridades que sintetizan las diferencias evaluaciones analíticas, políticas y tácticas.

6. En este sentido nosotros proponemos la mezcla de "lo social" y "lo político", conscientes de que, dada la envergadura de la crisis, tarde o temprano habrá un "político" del que hoy en día sentimos más la necesidad que la posibilidad. Se necesita desatascar la situación, diseñar un camino, un proyecto. Faltan "las palabras para decirlo", las fuerzas para hacerlo creíble, la autoridad para imponerlo en la lucha política. Es la convicción de que una fase histórica del movimiento obrero está verdaderamente agotada, tal como existe ahora en la mayoría de las formas y lenguajes que hemos conocido y que, para reconstruir algo parecido (mejor) es necesario ser una parte integrante, activa, directa, del movimiento en sí mismo.

La descomposición del movimiento obrero del siglo pasado ha tenido como efecto la descomposición de paradigmas, esquemas, símbolos, discursos, ligados a estas fuerzas materiales. Hoy no tenemos los útiles para reemplazarlos debido a la ausencia de dinámicas visibles de reconstrucción de un conjunto capaz de jugar un rol análogo. Pero la inmersión en lo llamado social y la renuncia a símbolos y esquemas que pertenecen a otras fuerzas materiales es indispensable. Sólo aquellos que surjan en el movimiento de la clase por venir tendrán la legitimidad para determinar también las formas políticas, sólo las piezas dispersas sobre el tablero podrán componer el puzzle de la composición social y política de la clase.

7. Recomponer lo de "dentro" y lo de "fuera", hablar la lengua de lo social para reconstruir la "política". Esto que queremos reconstruir es un sujeto político orientado a la reconstrucción de conexiones, de lenguajes, de imaginarios y de fuerza material. En esta dirección no hay necesidad de una lógica de tabla rasa. Pero debemos reconsiderar los límites y los errores del pasado también cuando éstos fueron iluminados por la memoria de los vencidos. El límite principal de nuestra cultura de base está en el origen, en el acto mismo de su nacimiento, en el hecho de afirmar la necesidad de otra dirección política para resolver la "crisis del proletariado". En ausencia de ese movimiento obrero que se daba por existente, la alternativa a su dirección se convierte en una perspectiva colgada en el vacío.

No hemos estado aptos para este cambio de escenario, nuestro proyecto político ha girado en torno a la "competición-desafío" con las fuerzas del viejo movimiento obrero en la búsqueda de la victoria en la lucha por su "dirección". Hemos realizado este largo camino entre los años ’90 y 2000, después de la caída del muro en el ’89, realizando "recomposiciones" y luchas electorales en el seno de los restos del viejo movimiento obrero. Lo hemos hecho con generosidad y con convicción, primero, subestimando el desafío de los años ’70 donde, por primera vez, verdaderamente, se puso en cuestión la clave de la dirección alternativa, en la gran ocasión entre el ’68 (Praga, China, Mayo) y la mitad de los años ’70. Los años del salto cualitativo de las fuerzas revolucionarias, trotskistas, pero no lo suficiente como para amenazar la hegemonía del viejo movimiento obrero, el cual, en lugar de soplar para cambiar lentamente su composición, se pulverizó gradualmente, hasta desprenderse de sus propias raíces.

La crisis del proletariado es hoy a la vez la crisis del proletariado mismo y el reto de la hipótesis revolucionario es su recomposición. La cuestión de la unidad se plantea pues, además de por afirmar la independencia frente al capitalismo global, en el campo de la fatiga cotidiana de la reconstrucción.

8. Por esto necesitamos ideas y (experiencias) prácticas. Necesitamos una teoría moderna y cuadros organizados para experimentar. La teoría debe ser entendida como un núcleo de ideas fundamentales que caractericen el proyecto político y que residan en buena parte en la mejor historia del movimiento obrero que nos precede. Pero no es suficiente con "seleccionar" simplemente esta historia guardando las mejores simientes.

El problema es que, para recomponer esto que se está descomponiendo, son necesarias experiencias comunes de realfabetización, reconstruir las condiciones adecuadas para re-leer la historia y, sobre todo, para comenzar a escribir las páginas aun no escritas. Con esta discusión queremos empezar a llenar las lagunas en este dominio recuperando el valor de la construcción y el crecimiento a partir de la auto-formación cultural. Al mismo tiempo necesitamos las bases que nos permitan experimentar la teoría y no perder el hilo del proyecto durante la fatiga del conflicto social.

9. Nuestro proyecto es la constitución de una Red político-social fundada en la auto-organización, la autogestión, el apoyo mutuo. Esto no es una concesión a los planteamientos espontaneístas, libertarios o autogestionarios sino la necesidad de un nuevo comienzo. Una tentativa de reanudar los elementos fundamentales de la solidaridad de clase -muy consciente de la novedad de la historia y las lecciones que plantea– para defender la hipótesis de la reconstrucción. Esto se hace por la "experimentación", no por la imitación, por analogía histórica, ni por la anticipación o repetición de modelos abstractos. Se trata de abrir espacios para sujetos diferentes e "impuros", ligados por un proyecto político, que sean una Red de apoyo mutuo, con una perspectiva anticapitalista. La necesidad de un sujeto político que surja como promotor de un proceso de transformación es hoy también real.

La diferencia con el pasado es que hoy no sabemos / no podemos decir qué fisionomía debe tener tal sujeto. Esto depende del desarrollo actual, de movimientos reales de una particular relación entre la composición social de la clase y la disponibilidad de proyecto político global. Es aquí donde surge la cuestión de la organización, es decir, la posibilidad y la capacidad de mantener unidos los dos niveles. No hay lugar para recursos propagandísticos ni reproducciones acríticas de modelos "gloriosos".

10. A nivel de una sociedad alternativa, nuestro horizonte es el de la socialización de los medios de producción a partir de una democracia de las masas y directa. El debate sobre este punto se detiene prácticamente los años ’20 del siglo XX y de alguna manera este es el lugar para comenzar. Un proyecto de sociedad futura deberá sobre todo fundarse sobre una estructura institucional democrática de una calidad superior a esta que hemos conocido, recuperando las mejores conquistas e inventando sobre la base de la experiencia directa de la lucha de clases. Esta hipótesis ilumina también en síntesis la salida política.

La cuestión del poder, del gobierno, sigue siendo un tema crítico, pero desde el momento en que se plantea debe introducirse dialécticamentet la cuestión de un "nuevo orden", de un modelo superior. En este sentido la cuestión clave de la autogestión, de la democracia, de la planificación y del poder parece un punto de inflexión en su búsqueda. Hoy, en los países europeos, la cuestión del gobierno –es decir, la posibilidad de que fuerzas alternativas puedan llegar a gobernar– debe ser planteada, como se ha visto en Grecia con Syriza, en íntima relación con la necesidad de desestructurar los sistemas institucionales para construir unas estructuras de má calidad. El poder debe ser disputado en los lugares de trabajo, en los centros sociales, en la hipótesis de una gran reapropiación colectiva. Las estructuras institucionales deben ser modeladas sobre la necesidad de una democracia participativa a nivel de masas. Revolución y democracia son las coordenadas de nuestra perspectiva de transformación.

11. En Europa trabajamos en tres objetivos fundamentales: desobedecer los Tratados, impulsar el tema de la reapropiación colectiva y democrática e implementar reflexiones e iniciativas sobre la naturaleza y la función de los "bienes comunes" en la crisis actual del modo de producción capitalista. Este tríptico constituye el programa político mínimo –transitorio se podría decir– para resistir a la crisis y tratar de superarla.

Desobedecer a los Tratados viene a decir cuestionar todo el edificio de construcción europea sin tener que caer en el campo "soberanista" moderno, necesariamente conservador, vehiculado por la demanda de salir del euro. Pero desobedecer a los Tratados significa también tener en cuenta la hipótesis de una ruptura con el euro y con la construcción actual de la UE. Y por tanto, prepararse en este sentido. Reapropiación significa salir de la propiedad de los activos financieros y desafiar la deuda ilegítima. Es hacer una transferencia gradual de los recursos de las arcas del capitalismo globalizado a los bolsillos vacíos del proletariado moderno. Un trasvase que necesita, para que pueda ser real, ser organizado por nuevas estructuras democráticas (del referéndum a la democracia directa, de la descentralización a la autogestión productiva).

Por último, hay que proponer una hipótesis de desarrollo basada en los derechos políticos y sociales como espacio de conflicto. No se trata de imponer un gran plan público, New Deal, según las directivas keynesianas sino de cambiar, a través de un rol público y democrático, los ejes de fondo del sistema social y productivo para producir una transformación cualitativa de la sociedad.

12. Por tanto, seguimos convencidosde la necesidad de construir una nueva subjetividad política, que imaginamos bien diferente de aquellas que hemos conocido en el pasado. El debate en los próximos meses será absorbido por la campaña electoral para las elecciones europeas. El agrupamiento, en un totum revolutum, que se está construyendo alrededor de la candidatura de Tsipras no nos parece que presente una novedad en relación otras numerosas hipótesis de reagrupamiento de la izquierda a las que hemos asistido desde 2008 (Sinistra L’Arcobaleno) hasta ahora (Rivoluzione Civile d’Ingroia).

La presencia del Movimiento 5 Estrellas, en cuyo seno puede haber también realidades interesantes, no parece practicable para un proyecto de perspectiva anticapitalista.

No queremos ofertar la parábola del zorro al que no le gustan las uvas. Sino que en vez de participar en los procesos electorales que -aun siendo importante– son menos decisivos para combatir por el cambio de estructuras, nos parece más útil trabajar por acumular fuerzas, construir experiencias ejemplares, ampliar las que ya existen, demostrar, también en el plano político, una fuerza social. Acumular fuerzas.

Es necesaria combatir también en el ámbito "economicista", en el espacio del "apoyo mutuo", para volver a proponer la cuestión política del poder. Hace falta una nueva declinación de nuestro patrimonio histórico para afrontar los desafíos del presente.

Estamos listos, no abandonamos el campo. Sólo lo redibujamos.

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