domingo, 19 de mayo de 2013

Movimientos por derecho a la vivienda en USA. Luchar contra la ejecución de hipotecas: ¡Que paguen los bancos!

En Estados Unidos se desarrollan dos acontecimientos económicos en paralelo. Uno, que los buenos resultados del mercado de valores hace que los ricos sean cada vez más ricos, que los causantes de la crisis financiera de 2008 incrementen aún más su riqueza y poder, hasta el punto de que en una conferencia de inversores, Jamie Dimon, de la JP Morgan, llegó a vanagloriarse de que "incluso con la recesión obtenemos beneficios".

Stephen Lerner, Saqib Bhatti, en Red Pepper. Traducción: VIENTO SUR
Foto: Protesters target JP Morgan Chase in support of a family who faced eviction by the bank. (Slobodan Dimitrov)


De hecho, un reciente estudio de Emmanuel Saez, economista de la Universidad de California, mostró que en los EE UU el uno por ciento de la población que tiene mayores ingresos acaparó todo el aumento de ingresos brutos que se dio en los dos primeros años de la llamada "recuperación" económica iniciada en 2010. Los seis mayores bancos controlan ahora una fracción más grande que nunca de la economía de los EE UU. Detentan el 73 % de los activos totales del sector bancario, y sus propietarios ingresaron más de medio billón de dólares en bonos y compensaciones desde que se inicio el rescate.

El otro, que para la mayoría de los estadounidenses la situación es mucho más dura. La magnitud de la devastación provocada por la crisis de 2008 es abrumadora. El patrimonio de los hogares estadounidenses cayó en más de 17.000 mil millones de dólares, de los que 6 mil corresponden a la pérdida de valor de la vivienda. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, el patrimonio de los hogares de la comunidad latina cayó en un 66 % y los hogares afro-americanos vieron reducido el suyo en un 53 %. Los municipios de todo el país se enfrentan a recortes devastadores en servicios básicos, y los gobiernos estatales y locales tienen dificultades para solucionar los déficits presupuestarios. Cerca de 12 millones de familias o han perdido sus hogares por ejecución hipotecaria o están en proceso de ejecución. Otros 14 millones han visto devaluado el valor de su vivienda, lo que significa que el valor patrimonial de sus hogares es negativo.

Esta situación ha dado lugar a un creciente movimiento a favor de la justicia económica, que lucha para que la gente pueda conservar sus hogares e impulsa iniciativas para que los gobiernos de las ciudades y los municipios exijan la renegociación de los contratos tóxicos que tienen con los grandes bancos y que están estrangulando a los gobiernos locales y los servicios públicos.

Grupos como Occupy our Homes, City Life Vida Urbana, Alliance for a Just Society y Home Defenders League, forman parte de una red cada vez más amplia de grupos comunitarios y sindicatos de trabajadores que se oponen a las ejecuciones hipotecarias y a los desalojos a través de la ocupación de casas y, cada vez más, tratando de utilizar la legislación local para ajustar el valor de las hipotecas de las viviendas devaluadas a los valores actuales del mercado para que la gente pueda ahorrar un promedio de cerca de 7.000 dólares al año en pagos de la hipoteca y permanecer en sus casas. Esta actividad y la lucha contra el desalojo forman parte de una campaña más amplia destinada a desafiar el dominio y el poder de los bancos de Wall Street.

Crear puestos de trabajo solucionando la crisis de la vivienda

La peso de la deuda hipotecaria devaluada es ahora uno de los principales lastres de la economía de los EE UU y una de las principales causas de la crisis de empleo. Catorce millones de familias en todo el país deben 1,1 billón de dólares en hipotecas cuyo valor es superior al de sus casas. A pesar de que los estadounidenses han visto recortados sus ingresos por la recesión, tienen que continuar pagando a los bancos hipotecas infladas durante el boom inmobiliario. Si estas hipotecas se redefinirían al valor razonable de mercado, el dueño de una casa devaluada ahorraría un promedio de 574 dólares por mes en el pago de la hipoteca. De esta forma la economía nacional podría ahorrar 95 mil millones de dólares al año, que permitirían crear alrededor de 1,4 millones de empleos.

Debido a que los inversores que detentan hipotecas sobre viviendas devaluadas y los bancos que han otorgado esos préstamos son reacios o se niegan a revisar esas hipotecas de motu propio, algunas ciudades están tratando de hacerse cargo de este problema. En virtud de un plan que está siendo estudiado en ciudades como Brockton, en Massachusetts, los gobiernos locales podrían utilizar la capacidad que les otorga el "derecho de expropiación" para obligar a los bancos a redefinir las hipotecas de las viviendas devaluadas.

Este plan alienta a las instituciones locales a hacerse con los pagarés hipotecarios que correspondan a casas devaluadas. El dueño de la casa podría llegar a quedarse en la casa, pero la propiedad del préstamo sería transferida del inversor al ayuntamiento la ciudad. La ciudad pagaría el préstamo a su valor de mercado, lo que obligaría a los inversores a cargar con las pérdidas potenciales. Luego, la institución otorgaría al dueño de casa un nuevo préstamo por una cantidad y un interés inferior. La institución podría bien titularizar el nuevo préstamo y venderlo para recuperar su inversión original o quedarse con el mismo y cobrarlo.

Las instituciones nunca han tenido problemas a la hora de expropiar casas para construir estadios o carreteras. Utilizar esa capacidad para hacerse con las hipotecas con el fin de socorrer a los vecinos o equilibrar los presupuestos de la ciudad y restablecer las hipotecas al valor justo del mercado, ayudaría a impulsar la recuperación económica a nivel local.

Recuperar lo robado por los bancos

Ciudades, condados y fondos de pensiones sindicales han comenzado a pleitear contra los bancos con el fin recuperar el dinero que perdieron cuando 16 de los bancos más grandes del mundo manipularon ilegalmente el índice de la tasa de interés Libor. Las entidades públicas perdieron miles de millones de dólares a causa de fraude en el Libor y ahora hay una campaña en marcha para recuperar ese dinero. Los sindicatos de empleados públicos han comenzado a exigir que las ciudades (sus instituciones) dejen de trabajar con los bancos que violaron la Ley y robaron dinero a los contribuyentes cuando negociaron los contratos. Grupos como ReFund California Coalition exigen que los electos locales recuperen parte de los miles de millones que los bancos robaron a los contribuyentes de California antes de empezar a discutir cualquier nuevo recorte en los servicios públicos.

Alguna de la gente que realiza este trabajo pertenece desde hace mucho tiempo a grupos comunitarios de base; otra, viene de ramificaciones de Occupy Wall Street. El trabajo conjunto les ha servido para influir mutuamente en las formas de trabajo y tácticas de cada uno de ellos. Los activistas de Occupy impulsan la acción directa y están dispuestos a ser arrestados. Los grupos comunitarios, tienen profundos lazos en los barrios y conocen bien los aspectos legales y financieros del proceso de deshaucios. Trabajar juntos y aprender de las experiencias mutuas ha dado lugar a importantes victorias. Occupy our homes es una consecuencia directa del movimiento Occupy, mientras que grupos como la Alliance of Californians for Community Empowerment (ACCE) y Neighborhoods Organising for Change (NOC) forman parte de las redes comunitarias de base.

Algunos de estos colectivos practican la acción directa. Grupos como National People’s Action (NPA), Leadership Center for the Common Good (LCCG), Alianza para una Sociedad Justa (ASJ) y Right to the City existían antes de la crisis financiera. Cada uno tiene filiales y colectivos asociados en ciudades de todo el país, si bien actúan bajo nombres diferentes. La crisis financiera ha hecho que estos grupos crezcan y actúen a través de la acción directa y la desobediencia civil no violenta, al mismo tiempo que ofrecen análisis cada vez más sofisticados y críticos de cómo funciona el sistema financiero. Al igual que cuando empezó Occupy Wall Street, estos grupos se han federado para organizar semanas de acción directa en todo el país, lo que les permite ganar en audiencia y crecer junto con el movimiento Occupy.

Otros grupos, como Occupy Our Homes, Home Defenders League y New Bottom Line, nacieron más tarde en respuesta directa a la crisis financiera. Todos ellos trabajan juntos, se apoyan mutuamente y han permitido engendrar nuevos grupos en ciudades de todo el país.

Los grupos que en los últimos años luchan para responsabilizar a Wall Street han desarrollado una serie de tácticas creativas y efectivas para detener las ejecuciones hipotecarias y obligar a los bancos a responsabilizarse de la devastación que han provocado en las comunidades.

Detener los desahucios

Los organizadores de la iniciativa por el derecho a la vivienda han utilizado algunas de las tácticas más militantes y creativas para impedir la ejecución de las hipotecas y los desalojos. Impidieron a los ayudantes del sheriff -los agentes del orden autorizados para hacer cumplir las ejecuciones hipotecarias- desalojar a las familias. El bloqueo de los desalojos ha impedido que muchas familias sean expulsados de sus hogares. En este tipo de acciones han sido detenidas cientos de personas y, en algunos casos, incluso se han visto confrontadas a los fuertes dispositivos armados del SWAT que tratan de evacuarlos. Recientemente, en Minneapolis un jurado les absolvió de las acusaciones inventadas contra ellos que podrían haberles costado varios años de cárcel si hubieran sido condenados.

En Atlanta y Minneapolis, Occupy Our Homes y NOC establecieron campamentos alrededor de las casas amenazadas de desalojo, impulsando la desobediencia civil no violenta para obstaculizarlos físicamente. Estas actividades se prolongaron durante meses con enfrentamientos contínuos con la policía. En Nueva York y San Francisco, la gente boicoteó las subastas de viviendas desahuciadas haciendo ruido para impedir que los compradores potenciales pudieran escuchar al subastador. Esta prácica también ha dado lugar a numerosas detenciones.

Este tipo de acciones han impedido desalojos y expulsiones en las ciudades de todo el país, ayudando a la gente a conservar sus hogares y atrayendo a sus filas a gente dispuestas a interferir directamente en la ejecución de una hipoteca y bloquear la maquinaria del desalojo. Occupy Our Homes incluso ha elaborado un manual de defensa que se puede encontrar en su sitio web How to Defend Your Home (Cómo defender tu casa) en el que describe algunas de estas tácticas.

Ofensiva contra los bancos

Además de la defensa de la vivienda, los activistas han pasado a la ofensiva contra los bancos por su responsabilidad en la destrucción de las comunidades. Por ejemplo, a menudo, después de ser desalojadas, las viviendas se encuentran vacías durante meses o incluso años. Y vacías, las casas se deterioran, acumulan basura y atraen la delincuencia. Los vecinos de las casas cercanas sufren las consecuencias y las instituciones locales se ven obligadas a gastar el dinero de los contribuyentes para evitar un deterioro mayor. Los habitantes de estas comunidades están contraatacando mediante la recogida de la basura de estas casas para "depositarla" en los vestíbulos de los bancos a través de una táctica que se conoce como "basura-in". Activistas de Action Now en Chicago, Communities United for Action en Cincinnati, ACCE en California, 1Miami y Occupy San Luis se encuentran entre los muchos que han utilizado esta táctica para obligar a los bancos a hacer frente a los impactos locales de los deshaucios.

Los "traslados" (move-ins) son otra táctica efectiva que ha obligado a los bancos a enfrentarse directamente a los impactos humanos de los deshaucios. Cuando una familia lucha para salvar su hogar, grupos como Occupy Wall Street y ACCE llevan sus muebles a la sucursal u oficina del banco que ejecuta la hipoteca, bloqueando su actividad normal.

Grupos de todo el país también han llevado a cabo acciones en las que acuden a las oficinas y sucursales bancarias presentando enormes facturas y exigiendo a los bancos el pago del dinero que robaron a la comunidad a través de prácticas comerciales ilegales o no éticas. A veces, estas facturan van acompañadas de un cheque gigante del banco a favor de los contribuyentes que los miembros de la comunidad exigen que sea firmado por el gerente del. Cuando los bancos se niegan a pagar, los contribuyentes también pueden negarse a pagar la hipoteca del banco. Otra versión de esta iniciativas, cuando el banco se niega a pagar, consiste en rodear el exterior del banco con la cinta que se utiliza para aislar el escenario de un crimen. Esta táctica, o variantes de la misma, se ha sido utilizada en Portland, San Francisco, Los Ángeles, Minneapolis, Chicago.

Algunas de estas tácticas también han sido orientadas hacia las reuniones y eventos corporativos. Así, activistas de Chicago’s Southsiders Organised for Unity and Liberation (SOUL) llevaron a cabo una acción en el interior/exterior durante la convención de la Asociación de Banqueros Hipotecarios. Dieciséis miembros de SOUL fueron arrestados por realizar una sentada en la sala de recepción y negarse a abandonarla mientras que otros muchos les animaban desde el exterior. En las convenciones de la Asociación Americana de Banqueros en Chicago y Boston se repitieron acciones similares.

Los bancos "demasiado grandes para quebrar" de Wall Street no se arrepienten, no son penalizados, no se reforman y son insostenibles. Por ello, el público los ve cada vez más por como manipuladores criminales del sistema financiero global. Esto nos da una oportunidad para cuestionar temas fundamentales como el actual sistema económico. Si sumamos todos los grupos que trabajan en esta actividad, desde los que luchan para defender los hogares hasta los que realizan campañas para recuperar el dinero que los bancos han robado a los contribuyentes, podemos ver que estamos ante el inicio de un movimiento que desafía el dominio de las finanzas capitalistas. Las semillas de la lucha contra la desigualdad de ingresos germinan en un movimiento más amplio y exigente a favor de la redistribución de la riqueza y del poder de la pequeña elite que ahora dirige el país.

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