Infografía de Visualizing Palestine. |
El 24 de junio de 2013, la Knéset (parlamento) israelí aprobó con una mayoría de 43 votos contra 40 la expulsión masiva de decenas de miles de beduinos del desierto del Naqab (Neguev), en el sur de Israel/Palestina. Esta operación de limpieza étnica contra una parte de la minoría árabe palestina de Israel se inscribe dentro del llamado Plan Prawer (por Ehud Prawer, director de Planificación del gobierno Netanyahu), que si se desarrolla como previsto supondrá la destrucción de 35 aldeas beduinas "no reconocidas" por la Administración israelí, el desplazamiento forzado de entre 30.000 y 45.000 ciudadanos árabes beduinos de Israel y el expolio de sus tierras históricas, unas 850.000 hectáreas (la medida equivalente en Palestina es el dunam).
El Alto Comité de los Ciudadanos Árabes de Israel (denominación oficial de los palestinos con ciudadanía israelí), que agrupa a todos los partidos políticos y ONG de esta comunidad, que constituye el 20% de la población israelí, ha llamado a una huelga general el 15 de julio contra el Plan Prawer, al que califican de "declaración de guerra contra los árabes".
Los beduinos del Naqab son la comunidad más vulnerable de Israel. Forman parte de la minoría palestina que no fue expulsada de su tierra en el momento de la creación del Estado de Israel (1948) y a quien el Estado judío acabó por reconocer derechos de ciudadanía, aunque con un estatus de inferioridad legal y social respecto a la mayoría judía. Los beduinos, habitantes históricos del desierto del Naqab, han sufrido desde la creación de Israel un acoso constante. Sólo un 12% de la población original de beduinos permaneció en su tierra tras la Nakba (la limpieza étnica de 1948). Sometidos a un régimen militar hasta 1966, constituyen hoy una población de unas 170.000 personas (el 25% de la población del Naqab), la mitad de las cuales viven en aldeas que Israel califica de "ilegales". La mayoría de esas aldeas, según la Asociación de Derechos Humanos de Israel y la organización palestina Adalah, ya existían antes de la creación de Israel, mientras que otras fueron construidas en los años cincuenta respondiendo a la exigencia israelí de sedentarización de los beduinos. Que para Israel sean poblaciones "no reconocidas" significa que no tienen derecho a los servicios que debería proporcionar el Estado como agua, luz, alcantarillado, sanidad, educación o carreteras, y que periódicamente son arrasadas total o parcialmente.
El pueblo de al-Araqib, uno de los más conocidos por su tenaz resistencia, ha sido destruido y reconstruido una treintena de veces. El Fondo Nacional Judío (FNJ), entidad paraestatal que gestiona la tierra pública en Israel (con el mandato expreso de no venderla ni arrendarla a no judíos) planea plantar en su lugar un bosque, en pleno desierto, llamado "Bosque de los Embajadores", en homenaje al cuerpo diplomático israelí.
"Soy invisible porque tú te niegas a verme". Cartel de Adalah, el centro legal para los derechos de la minoría árabe en Israel. |
Israel esgrime, como de costumbre, una batería de argumentos legales tan absurdos como que las aldeas se asientan en zonas militares o reservas naturales (la calificación como tales es muy posterior a la existencia de las aldeas y es un recurso habitual para expoliar tierras palestinas), o que los beduinos, nómadas, no tienen registros de propiedad sobre la tierra exigibles según la ley otomana de 1858, con lo que la tierra por defecto se considera de propiedad estatal. Los beduinos tienen multitud de reclamaciones abiertas en los tribunales, que se cerrarán de hecho a favor del estado de Israel si se aplica el plan.
Lo que subyace es un deseo de acabar con el fenómeno beduino que ya fue formulado por Ben Gurión, de forma harto despectiva, en 1963, para desarabizar la zona del Naqab:
Debemos transformar a los beduinos en un proletariado urbano para la industria, los servicios, la construcción y la agricultura. El 88% de la población israelí no son agricultores, dejemos a los beduinos ser como ellos. De hecho, se trata de un movimiento radical que significará que el beduino, en vez de vivir en su tierra con sus rebaños, se convertirá en una persona urbana, que vuelve a casa por la tarde y se pone sus zapatillas. Sus hijos se acostumbrarán a un padre que lleva pantalones, sin puñal, y que no les quita las liendres en público. Irán a la escuela, llevarán el pelo peinado y con raya. Se trata de una revolución, pero puede lograrse en dos generaciones.
En septiembre de 2011, el gobierno israelí aprobó el Plan Prawer, diseñado por el antiguo vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional, Ehud Prawer, que prevé la destrucción de las 35 aldeas beduinas no reconocidas y el desplazamiento forzoso de sus habitantes para luego construir en su lugar asentamientos judíos o mantener la tierra libre de árabes mediante su calificación como zona verde o zona militar.
"Huelga general en toda Palestina. #Prawer_no_pasará." |
Este procedimiento de "judaización" de la tierra sigue el patrón habitual en la Cisjordania ocupada salvo por dos detalles: 1) se dirige contra una comunidad que formalmente tiene derechos constitucionales en Israel en tanto que ciudadanos de dicho Estado, y constituye una violación por tanto de su derecho a ser consultados (algo que no ha ocurrido), a la igualdad, a la propiedad y a elegir su lugar de residencia; y 2) se les ofrece una pequeña compensación económica por su desplazamiento forzoso.
Los beduinos perderían sus medios de vida y serían reasentados en las siete poblaciones/reservas para beduinos construidas en los años setenta en torno a la ciudad de Bir as-Sabaa (Bersheeva), donde ya viven la mitad de los beduinos del Neguev.
El Plan Prawer ha suscitado el completo rechazo de la comunidad beduina, de la minoría palestina de Israel, de parte de la sociedad civil israelí y el mundo académico, además de la desaprobación de varias instancias internacionales. El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU y el Parlamento Europeo solicitaron en marzo y julio de 2012, respectivamente, la retirada del Plan Prawer. Los diputados árabes en el parlamento israelí han calificado el plan de racista, inhumano y de "declaración de guerra", y algunas voces han alertado con que acabará provocando una intifada beduina.
Sin embargo, el plan está en marcha desde que se ideó. En 2011 fueron derribadas más de mil casas y un número similar o mayor en 2012. El gobierno israelí ya ha anunciado, como parte de la aplicación del plan, iniciativas inmediatas como el desplazamiento de más de 10.000 personas, la construcción de asentamientos y la creación de bosques (una forma habitual de tapar la presencia palestina en zonas étnicamente limpiadas).
El Plan Prawer se está ahora convirtiendo en ley merced a su paso por la Knéset. El 6 de mayo de 2013 el Comité Ministerial de Legislación añadió al Plan Prawer las recomendaciones del ministro sin cartera Benny Begin y lo convirtió en la Ley para la Regulación de los Asentamientos Beduinos en el Neguev (Ley Prawer-Begin). Ésta fue aprobada en la Knéset en junio pasado, aunque aún tiene que pasar el trámite de una segunda y tercera lecturas.
La colonización de Palestina y la limpieza étnica de su población originaria ni es cosa del pasado ni es algo que ocurra sólo en los territorios ocupados en 1967. La Nakba continúa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario