Michael Löwy *, en Avanti. Traducción: Faustino Eguberri para Viento Sur
Uno de los aspectos más importantes -y también controvertidos- de su obra es su concepción de la revolución peruana y latinoamericana, desarrollada sobre todo durante sus últimos años, a menudo polemizando con Haya de la Torre y su partido (el APRA, Alianza Popular Revolucionaria Americana). Se trata de una visión estratégica que presenta analogías sorprendentes con la teoría de la revolución permanente.
Mariategui conocía escritos de Trotsky (había publicado uno de ellos “sobre Lenin” en su revista Amauta, en 1927); pero sería erróneo e históricamente falso creer que había deducido su concepción de la revolución peruana y latinoamericana a partir de esa fuente. En primer lugar porque el propio Trotsky no formularía su teoría de la revolución permanente, como tesis de alcance universal, hasta 1929 y el libro no sería publicado hasta 1930, tras la muerte de Mariategui. En realidad, el fundador del comunismo peruano llegará por su propio camino, mediante una reflexión autónoma y original, a conclusiones bastante cercanas o análogas a las del creador del Ejército Rojo.
Más tarde, en 1929, reconocerá su error en relación a China: “La traición de la burguesía china, la ruptura del Komintang (…) han demostrado en qué medida se podía confiar, incluso en países como China, en el sentimiento nacionalista revolucionario de la burguesía” /2.
“¿Populista?”
Fuera lo que fuera en relación a Oriente, está convencido de que la burguesía local no podrá jugar un papel democrático revolucionario en Perú y en América latina. Por ejemplo, escribe en 1927-28: “No existe en Perú, y no ha existido nunca, una burguesía progresista, con una sensibilidad nacional” /3. Es la razón por la que se vuelve de forma activa hacia los obreros y los campesinos como fuerza motriz de la revolución peruana, y funda en 1928, la Central General de Trabajadores Peruanos (CGTP).
Los escritos de Mariategui sobre el campesinado indígena en Perú y en Indo-América le valieron, por parte de los portavoces soviéticos (estalinistas) el epíteto de “populista”. Según V.M. Miroshevski, el principal representante de esta crítica “ortodoxa”, la principal herejía de Mariategui consistía en creer en la posibilidad de una revolución socialista en Perú, negando la necesidad de una etapa previa, la “revolución democrático-burguesa, antifeudal y antiimperialista (…) para fundar su afirmación del carácter socialista de la revolución inmediata en Perú, recurría a argumentos que parten del romanticismo nacionalista, de la idealización del régimen social inca, de la fetichización ‘populista’ de la comunidad campesina” /4.
Es cierto que, en varios ensayos y artículos, planteó la idea heterodoxa de que las tradiciones comunitarias (precolombinas) de los indígenas peruanos podrían constituir el punto de partida para una reorganización socialista del campo. Si esto fuera suficiente para caracterizar una teoría como populista, el propio Marx habría sido un pensador “populista”. Como se sabe, en numerosas ocasiones había defendido exactamente esa idea -y en particular en el prefacio a la edición rusa del Manifiesto Comunista (1882)- en relación a la comunidad campesina rusa tradicional (obschtina)…
En realidad, las ideas de Mariategui no podrían ser asimiladas al populismo en ningún caso. De una parte, porque para él (como para Trotsky) el emanciparse de los campesinos no podrá realizarse más que mediante una revolución proletaria, a la vez socialista y democrática (“antifeudal” por utilizar la terminología de la época, bastante imprecisa): “En nuestra América española, aún semifeudal, la burguesía no ha sabido ni querido realizar las tareas de liquidación de la feudalidad (…). Corresponde al socialismo esta tarea. La doctrina socialista es la única que puede dar un sentido moderno, constructivo, a la causa indígena, que, situada en su verdadero terreno social y económico (…) puede contar para la realización de esta tarea con la voluntad y la disciplina de una clase que aparece hoy en nuestro proceso histórico: el proletariado“.
De otra parte, porque no predicaba en forma alguna una vuelta al pasado: para él, reconocer el papel de las tradiciones comunitarias indígenas “no significa en absoluto una tendencia romántica y antihistórica de reconstrucción o resurrección del socialismo inca, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas“, sino sencillamente tomar en consideración “como factores utilizables, en una técnica de producción perfectamente científica, las costumbres de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas“ /5.
Tentativa de recuperación
El gran mérito y la originalidad de Mariategui fue precisamente revalorizar el inmenso potencial revolucionario del campesinado indígena, la riqueza de su cultura milenaria, la vitalidad de sus tradiciones comunitarias, a la vez que mostraba, con rigor y realismo, que la revolución socialista era la única solución auténtica a sus sufrimientos, su miseria y su explotación por los latifundistas. Se puede hablar de romanticismo respecto a esta sensibilidad por la herencia cultural en Rosa Luxemburgo, cuando elogiaba el comunismo primitivo en su Introducción a la Economía Política.
Tras haber tratado a Mariategui de “populista”, los estalinistas van a intentar, algunos años más tarde, “recuperarle” reinterpretando sus escritos a la luz de la doctrina kominterniana de la revolución por etapas. Intentarán legitimar esta lectura deformadora refiriéndose a uno o dos párrafos de su obra, extraídos de su contexto. Por ejemplo, citan con insistencia el pasaje siguiente del Programa del Partido Socialista, redactado por Mariategui en octubre de 1928: “Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir(…). Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene, en sus objetivos y su doctrina, revolución proletaria” /6.
Sin embargo, este texto puede ser leído e interpretado tanto en una óptica “permanentista” como en una óptica “etapista”; para decidir qué interpretación es adecuada, hay sin embargo una solución evidente: confrontar este pasaje con el conjunto de los escritos de Mariategui en esa época. Por ejemplo, en el editorial de la revista Amauta n.17, de septiembre de 1928, Mariategui subraya de forma explícita, radical y sin equívoco la necesaria fusión de las tareas democráticas y socialistas en la revolución en América Latina: "La revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista. A esta palabra agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: “antiimperialista”, “agrarista”, “nacionalista-revolucionaria”. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos. A Norteamérica capitalista, plutocrática, imperialista, sólo es posible oponer eficazmente una América latina o íbera, socialista. La época de la libre concurrencia en la economía capitalista ha terminado en todos los campos y todos los aspectos. Estamos en la época de los monopolios, vale decir de los imperios. Los países latinoamericanos llegan con retraso a la competencia capitalista. Los primeros puestos están ya definitivamente asignados. El destino de estos países, dentro del orden capitalista, es de simples colonias.” /7.
Se puede considerar algunas de estas formulaciones como excesivas o demasiado esquemáticas: “semicolonias” (o países dependientes) sería más preciso que “simples colonias”; y la definición de la revolución como “pura y simplemente” socialista parece subestimar el peso de las tareas democráticas (que son enumeradas a continuación). Pero lo que no se puede hacer de forma alguna, so pena de falsificación total, es presentar al autor de esas líneas como un partidario de la revolución por etapas.
Estas ideas son retomadas, bajo formas y acentos diversos, en varios escritos diferentes durante esos años 1928-30. Mencionemos solo el más célebre, el documento Punto de vista anti-imperialista presentado por Mariategui en la Conferencia Comunista Latino-Americana de junio de 1929 (Buenos Aires): “ Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer una política anti-imperialista (…). Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera” /8. Una vez más, se puede considerar que esta formulación subestima las aspiraciones antiimperialistas de la pequeña burguesía (o al menos de sus sectores radicalizados) pero nada sería más absurdo que hacer de su autor un teórico del bloque de las cuatro clases y de la alianza con la burguesía nacional contra el imperialismo.
La naturaleza de la revolución
En cualquier caso, sus tesis fueron rechazadas por Vittorio Codovilla y los responsables comunistas “ortodoxos” en la conferencia de Buenos Aires. Como observa Ricardo Galindo en su notable libro La agonía de Mariategui, mientras que la Internacional quería luchar por una revolución “democrático burguesa“, Mariategui y sus camaradas rechazaban considerar el capitalismo como un progreso y se daban como objetivo una revolución socialista /9.
En otros términos: la idea de la dinámica socialista de la revolución peruana y latino americana se encuentra en el corazón de la reflexión política de José Carlos Mariategui en el curso de los años 1928-30, en lo que tenía de más original e innovador en relación a la doctrina tanto del APRA como del comunismo oficial. Sería artificial identificar su concepción con la, más sistemática, de transcrecimiento de la revolución democrática en socialista y de articulación entre tareas nacionales, agrarias y socialistas que Trotsky está formulando exactamente en la misma época y que publicará en su La Revolución Permanente en 1930; pero la similitud de la intención política fundamental, la analogía del planteamiento esencial de los dos son innegables.
¡ Un “trotskysta“ !
Parece que en el curso de la Conferencia de los Partidos Comunistas Latinoamericanos de 1929, la acusación de “trotskysmo” habría sido lanzada contra Mariategui. Se trataba, por supuesto, de una inexactitud, pero tenía su “núcleo racional”: las tesis de Mariategui sobre la revolución latino americana estaban más cercanas a las de la Oposición Comunista de Izquierdas que a las de la dirección estalinista del Komintern /10.
Más tarde, en su etapa de “recuperación” de Mariategui, algunos autores estalinistas le presentarán como “antitrotskysta“, con el pretexto de su polémica contra el “trotskysta” Max Eastman en su libro Defensa del Marxismo (1930). Sin embargo, no solo Max Eastman tenía poco que ver con el trotskysmo, sino también y sobre todo, en ese libro Mariategui se refiere a Trotsky como un ejemplo ilustre, junto con Marx, Lenín y Rosa Luxemburg, de la unidad entre el hombre de acción y de pensamiento /11.
Internacionalista convencido, Mariategui seguía de cerca los debates en el seno del PCUS, sin tomar posición explícitamente por una tendencia u otra. En un artículo de 1928, a la vez que considera la victoria de Stalin como una etapa inevitable de la revolución rusa, y el resultado de un repliegue nacional provisional, saluda en Trotsky al dirigente que representa “el sentido internacional de la revolución socialista. Sus notables escritos sobre la transitoria estabilización del capitalismo, lo colocan entre los más alertas y sagaces críticos de la época. Pero este mismo sentido internacional de la revolución, que le otorga tanto prestigio en la escena mundial, le quita fuerza momentáneamente en la práctica de la política rusa” /12.
Un año después (febrero de 1929), cuando Stalin enviaba a Trosky al exilio expulsándole de la URSS, Mariategui escribe un artículo en el que aparece esta fórmula premonitoria: “ La revolución rusa debe su valor internacional, ecuménico, su carácter de fenómeno precursor del surgimiento de una nueva civilización, al pensamiento de Trotsky y sus compañeros reivindican en todo su vigor y consecuencias. Sin una crítica vigilante, que es la mejor prueba de la vitalidad del partido bolchevique, el gobierno soviético correría probablemente el riesgo de caer en un burocratismo formalista, mecánico” /13.
Ni “trotskysta“, ni “antitrotskysta“, Mariategui era un revolucionario marxista consecuente, un antiimperialista e internacionalista auténtico y su pensamiento pertenece a todas las personas que luchan, como él, por la revolución socialista en Perú, en América Latina y en el mundo entero.
* Michael Löwy, sociólogo y filósofo franco-brasileño. Autor de múltiples obras, que han sido publicadas en 24 idiomas. Actualmente es director de investigación del CNRS y profesor de la EHESS de París.
NOTAS
1/ Diferentes coloquios sobre Mariategui tuvieron ese año [1994] en Lima, México, La Habana, etc., así como una conferencia internacional en París.
2/ J.C. Mariategui. Punto de vista anti-imperialista, junio de 1929, en Obra Política, ed. Era, México, 1979, p. 273-274. http://amauta.lahaine.org/?p=1916
3/ Mariategui, Siete ensayos de interpretacion de la realidad peruana, 1928, Ed. universitaria, Santiago de Chile, 1955, p.28 http://amauta.lahaine.org/?p=1865
4/ Ricardo Flores Galindo, La agonía de Mariategui. La polémica con la Komintern, Lima, Desco, 1982), pp. 29-31. http://www.elsarbresdefahrenheit.ne...
5/ Ver sobre esto las interesantes notas de Ruben Jiménez Ricardez en su introducción a la edición mexicana de los escritos políticos de Mariategui: “Certeramente, en su polémica con la IC, Mariategui introdujo los principales argumentos esgrimidos por él contra los apristas. El programa propuesto por la IC a los revolucionarios de América Latina se parecía, como una gota de agua a otra, al programa enarbolado por Haya y sus secuaces. Había ya observado la incapacidad de las burguesías latinoamericanas para resolver las tareas democrático-burguesas. Sostuvo, como ineludible corolario, que sólo la clase obrera era capaz de resolverlas y, en ese proceso, transformar al continente en socialista. Propuso así la línea de una revolución ininterrumpida. En la Conferencia Comunista Latinoamericana, Mariategui fue criticado duramente, entre otros por Codovilla (…) También en la conferencia, parece que Mariategui fue acusado de trotskista”. (R.J.Ricardez, “Introducción”, en Mariategui, Obra Política, p. 42). http://www.archivochile.com/Ideas_A...
6/ Programa del Partido Socialista Peruano, http://www.marxists.org/espanol/mar..., Mariategui, “Principios programaticos del Partido socialista”, Obra Politica, p. 271.
7/ Mariategui, Aniversario y balance, http://amauta.lahaine.org/?p=1672
8/ Punto de vista internacionalista, http://www.panuelosenrebeldia.com.a...
9/ V.M. Miroshevski, “El “populismo” en el Peru. Papel de Mariategui en la historia del pensamiento social latino-americano”, Dialectica, La Habana, vol.I, n°1 mayo-junio 1942 en Mariategui y los origenes del marxismo latinoamercano Cuadernos de Pasado y Presente, Mexico, Siglo XXI, p.67-69. Ricardo Flores Galindo, La agonía de Mariategui. La polémica con la Komintern, Lima, Desco, 1982), pp. 29-31, http://www.elsarbresdefahrenheit.ne...
10/ Mariategui, Prefacio a “El amauta Atuspana”, 1930, Obra Poltica, p. 231, y Mariategui, “Principios programáticos del Partido socialista”, Obra Política, p. 231 y 270-271. El concepto de “socialismo inca” es muy discutible; ver sobre el particular el muy esclarecedor texto de Robert Paris, “José Carlos Mariategui y el modelo de ‘comunismo inca‘” en su libro La formación ideológica de José Carlos Mariategui, Cuadernos de Pasado y Presente, Mexico, Siglo XXI; 1981
11/ Mariategui, En defensa del marxismo p. 18. http://www.archivochile.com/Ideas_A...
12/ Mariategui, “El exilio de Trotsky”, febrero 1929, Obra Política, http://www.patriaroja.org.pe/docs_a...
13/ Mariategui, “El exilio de Trotsky”, febrero de 1929, Obra Politica. Mariategui, “Trotsky y la oposicion comunista”, 25 de febrero 1928, Obra Politica, p. 219.
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