viernes, 5 de septiembre de 2014

Ucrania: una guerra sin nombre y preguntas sin respuestas claras

¿Se halla el Estado nacional ucraniano en proceso de consolidarse frente a un agresor ruso y sus correligionarios ucranianos separatistas? ¿O acaso ocurre lo contrario?


Catherine Samary, en NPA. Traducción: VIENTO SUR


Preguntas sin respuestas claras

¿Qué pone de manifiesto y qué consecuencias tendrá el envío de refuerzos rusos “no nucleares”, pero efectivos (“voluntarios” que acuden a combatir durante sus “vacaciones”, como los ha presentado el dirigente secesionista de Donetsk; tanques rusos que cruzan la frontera “por error”, como se dice sin reír en Moscú, o incluso “brigadistas” extranjeros, de extrema derecha o izquierda, que van a defender la “Nueva Rusia” coloreada de blanco o de rojo)? ¿Ha combatido la “ofensiva antiterrorista” lanzada por el poder de Kiev eficazmente el riesgo de desmembramiento de Ucrania o ha tenido el efecto contrario? ¿Son reales las deserciones del ejército ucraniano que se mencionan tan a menudo? ¿Cuál es la composición y la percepción popular de los “batallones” de voluntarios, patriotas de todo pelaje, ucranianos o extranjeros? La coalición “post-Maidán” se ha roto y el presidente Poroshenko ha disuelto la Rada y ha anunciado elecciones legislativas para el 25 de octubre. Sin embargo, las poblaciones del este de Ucrania solo podrán votar si cesa la violencia, y en tal caso, ¿cuál será su voto?

La propaganda rusa, como la del poder ucraniano desde la anexión de Crimea, censura la crítica y dificulta la verificación de la información. De un lado y otro, los movimientos o fuerzas que protestan son tachados de quintacolumnistas financiados por el extranjero. Las políticas antisociales vienen legitimadas por un patriotismo (antioccidental y contrario a las sanciones en Rusia, o antirruso en Ucrania). Sin embargo, la presencia de fuerzas de extrema derecha entre los reclutas voluntarios de ambos bandos y la aparición de frentes “rojos-pardos” (o blancos) que se reclaman al unísono del “antifascismo” y del “antiimperialismo” en los dos lados, agravan todavía más el estado de confusión.

Contrariamente a los argumentos de quienes apoyan a Rusia frente al “campo imperialista”, la política de Moscú no hace más que reforzar la petición de Ucrania de adherirse a la OTAN, petición que obtendrá un apoyo más entusiasta por parte de Polonia y las repúblicas bálticas que de las grandes potencias imperialistas. En cuanto al combate por la integridad de Ucrania, pierde eficacia si acepta la prohibición de las críticas al gobierno de Kiev, a su “operación antiterrorista” o a sus políticas sociales impuestas tras la petición de “ayuda” al FMI.

¿Ucrania “una y dividida” y neocolonizada como Bosnia?

Los discursos y las operaciones de una Rusia –que pretende no ser más que “solidaria con las poblaciones rusas” y que hace frente a las potencias imperialistas occidentales indecisas– consolidan a corto plazo el régimen de Putin (80 % de popularidad). Si abandonara a los secesionistas sería criticado, pero después del envío de convoyes humanitarios para tratar de conquistar los corazones y los espíritus, la afirmación de un proyecto de Estado de la “Nueva Rusia” ¿es un signo de fuerza o de debilidad? ¿refleja un cambio de la población local a favor de la ruptura con Ucrania o supone, por el contrario, un parto con fórceps de una “entidad estatal” con dinámica separatista y de unión con el “gran hermano” vecino, pero sin una movilización popular activa en la guerra o en apoyo a la misma? Del mismo modo que para construir militarmente la “entidad serbia” de Bosnia, la llamada Republika Srpska, hará falta dotar a la “Nueva Rusia” proclamada de cierta continuidad territorial, concretamente la extensión hasta Crimea y Transnitria, por mucho que esta “entidad” estatal permanezca inicialmente dentro de una Ucrania “soberana” y dividida.

¿A quién corresponde decidir? La constitución ucraniana no debe redactarse ni en Moscú ni en Bruselas (ni en Dayton, como lo fue la de Bosnia...). Y la integridad ucraniana ha de ser confirmada (o contestada) políticamente por un acto de autodeterminación de todas las poblaciones ucranianas, sin coacciones armadas. Como dijo recientemente un compañero de la Oposición de Izquierda Ucraniana, la guerra no es ni puramente civil ni únicamente de agresión extranjera, sino “híbrida” y en gran medida incontrolada. Frente a esta guerra, la respuesta debe darla la propia población ucraniana con todos sus componentes y con el apoyo de movimientos internacionalistas en Rusia, en Ucrania y en la UE.

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