Joao Camargo, dirigente del Bloco de Esquerda (Portugal). Traducción de Tomás Martínez para Izquierda Anticapitalista.
Imagine que este documento rompió la legislación comunitaria al ser discutido en secreto. Imagine que este documento entraba en vigor y usted no sabía nada. Era una obra de ficción al mismo nivel que la de Star Wars, con acuerdos, traiciones secretas y subversión de las instituciones. No hace falta imaginar más: este documento se llama Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) y se debate desde hace meses en Bruselas y Washington.
Bajo la bandera del “libre comercio”, el TTIP propone reducir a EEUU y a la Unión Europea a un espacio comercial cada vez más estrecho. ¿Cómo? El tratado pone siempre en comparación las leyes de los dos espacios para decidir cuál de ellos debe redundar en beneficio del “comercio y la inversión”. Para “armonizar los reglamentos”, el tratado crea el Consejo de Cooperación regulatoria.
Imagine ahora que el país en el que se producen estas “inversiones” no acepta derogar sus leyes ante el inversor extranjero. No acepta eliminar la legislación de protección del medio ambiente, de legislación laboral…Van para los tribunales, ¿verdad? Pues no. El TTIP crea la “Resolución de litigios entre los inversores y el estado” (ISDS), que sin ser un tribunal, decidirá siempre que una empresa demande a un estado por poner en peligro las futuras ganancias.
El ISDS no es más que una reunión de abogados de las principales empresas privadas en las que está prohibido tener muy en cuenta cuestiones de salud pública, protección ambiental, derechos laborales y sociales. Sólo interesan el libre comercio y la inversión. Ofrece a las empresas el poder de los estados, y pueden exigir no sólo la alteración de leyes en vigor como impedir la promulgación de nuevas por parte de los parlamentos.
La Comisión Europea llevó a cabo un estudio para defender el tratado, diciendo que aumentaría el PIB de la Unión Europea en 0,66% hasta 2027. El 0,06% de aumento del PIB por año a cambio del desmantelamiento de las leyes que impiden que vivamos en un vertedero sanitario, de la desprotección total en el desempleo, la comida no apta para el consumo humano y evitar que los ríos se conviertan en una fosa séptica.
Pero más importante: un 0,06% de aumento del PIB anual para evitar la lucha contra la precarización de quien trabaja, evitar que podamos vivir en armonía con nuestro entorno, impedir que los pueblos de Unión Europea y de los estados puedan decidir democrática y colectivamente cuál es el futuro que quieren. El 0,06% de crecimiento anual tiene un nombre: recesión. Es por todo esto por lo que el tratado debe ser negociado de manera secreta. Por eso no quieren un escrutinio público o democrático. Es la política de Star Wars, con las últimas tecnologías para ser dirigidas por personas que defienden los principios de la Edad Media. Cuando por fin llegue la hora de presentar el tratado gritarán su única justificación del miedo: ¡China, Rusia! Éste es el contraataque del Imperio. Obama, Merkel, Juncker y David Cameron compiten por ser el Darth Vader de las multinacionales. ¡Es la hora de los Jedis!
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