martes, 23 de septiembre de 2014

La independencia escocesa derrotada por la estrategia del miedo

REFERÉNDUM EN ESCOCIA
La propuesta de una Escocia independiente ha sido derrotada en el referéndum. Las élites dirigentes han dado un enorme suspiro de alivio, individual y colectivo. La derrota ha sido producto del miedo y la intimidación organizadas por la campaña a favor del No, en connivencia con Downing Street [residencia oficial del Primer Ministro Británico], que han conducido al resultado del 55,3% a favor del No y 44,7% a favor del Sí.


Alan Thornett, en Inprecor.  Traducción: VIENTO SUR

Todo el establishment de Westminster [sede del Parlamento Británico], así como los tres principales partidos del Reino Unido han hecho causa común contra el Sí. A esta coalición se le puede añadir la gran mayoría de los media, la banca, las cadenas de supermercados y la City de Londres /1. La casta militar también ha intervenido en el debate saliendo en defensa de los Trident [misil nuclear submarino cuya base está en Escocia]. Explotando el miedo, recurriendo a la intimidación, utilizando todos los resortes reaccionarios y conservadores, han logrado ganar en una de las mejores campañas que jamás se haya desarrollado en las islas británicas. A nivel internacional, han conseguido apoyos importantes: desde el de Barak Obama hasta la del Presidente de la Unión Europea.

Los políticos laboristas, dirigidos Gordon Brown, que ha vuelto al primer plano de la escena política, se han empeñado aún más que los conservadores en hacer uso de ese sentimiento de intimidación.
De hecho, las élites de Westminster esperaban una victoria fácil justo hasta una semana antes del referéndum, cuando las encuestas mostraron que la campaña por el Sí tenía un apoyo espectacular, lo que atizó todos sus temores. Cuando se le planteó a Hammond /2 por qué no se planteaba desplazar los Trident, respondió que el Gobierno apenas le daba ninguna posibilidad al voto Sí. Esta declaración no sólo muestra el foso que existe entre Westminster y Escocia, sino también del desprecio con el que miran a Escocia los dirigentes conservadores.

A pesar del resultado, hay que felicitar calurosamente a la campaña por el Sí. Ha servido para abrir un debate político que ha alcanzado un gran nivel a medida que se aproximaba la fecha del referéndum y que se ha traducido en un importante movilización de la gente en edad de votar para inscribirse en las listas electorales (se inscribió el 97%). Es la demostración indiscutible de que cuando a la gente se le ofrece un cambio real, se involucra y aprovecha la oportunidad para cambiar su destino.

La campaña por el Sí no se basó, en absoluto, en un nacionalismo estrecho o en un sentimiento anti-inglés, sino en la idea de una Escocia diferente, con unos niveles de participación democracia mejores; en la idea de que la gente que vive en Escocia es capaz de gestionar sus propios asuntos y poner fin a un largo período de dependencia de Inglaterra; y en que no se les podía imponer un gobierno conservador [el británico] al que no habían votado y que apenas tiene apoyo electoral en Escocia.

La campaña reflejó, también, el sentimiento de que las políticas de los conservadores británicos –las tasa de matriculación para los estudiantes, la reducción de los subsidios (sobre todo para la gente enferma e incapacitada), el impuesto inmobiliario o la reducción de impuestos para la gente rica y las guerras en el extranjero– les eran impuestas por gente que sin ningún apoyo en Escocia.

La fuerza de la campaña por el Sí se manifestó igualmente por el entusiasmo con el que la juventud de 16 y 17 años –a la que se reconoció el derecho a votar por primera vez– se implicaron en la campaña y en el debate. Esta fuerza también se expresó en la energía desplegada por los partidarios del Sí durante las últimas semanas de la campaña.

La mañana en la que se conocieron los resultados [19 de septiembre], escuchamos a los políticos laboristas (más aún que a los conservadores) afirmar que este voto ponía fin a la cuestión de la independencia para un período largo, cuando no para siempre. Sin embargo, a lo largo de toda la campaña, la masa crítica que apoya la independencia ha crecido enormemente y es poco probable que desaparezca. Los escoceses han pasado meses debatiendo y defendiendo la idea de la independencia y se sienten más implicados que nunca con este proyecto.

No es de extrañar que los políticos laboristas se auto-reivindiquen tanto al conocer los resultados de la votación, ya que el Partido Laborista se ha visto gravemente afectado por esta campaña en la que han trabajado hombro con hombro con los conservadores.

Las votaciones más importante a favor del Sí se han dado en los bastiones industriales –o, mejor dicho, desindustrializados–, tradicionalmente laboristas, de Glasgow, North Lancashire, West Dumbartos y Dundee.

Ahora mismo, el Partido Laborista escocés se encuentra seriamente fragmentado y seguramente se va a ver muy afectado en las próximas elecciones al Holyrood /3 en 2016: el SNP (Partido Nacionalista Escocés) bien podría reemplazar al Partido Laborista, como principal partido de centro izquierda, social-demócrata, a la hora de conformar una nueva mayoría en Escocia. Ahora mismo, las decenas de miles de electores y electoras laboristas que han apoyado la campaña por el Sí, y que han sufrido los ataques del Partido Laborista por haberlo hecho, se encuentran en la órbita del SNP. Y durante las próximas elecciones un voto importante a favor del SNP será considerado como el mejor medio para replantear la cuestión de la independencia.

Además, no podemos dar por sentado que la élite de Westminster otorgará nuevas competencias a Holyrood, porque el compromiso que han firmado lo han hecho en papel mojado. Los diputados conservadores ya han sembrado la duda indicando que ellos se opondrán a tal acuerdo, y algunos ministros no quieren ni oír hablar del tema…

Camerón sabe que la transferencia de nuevas competencias a Escocia no hará sino reforzar la aspiración a la independencia del País de Gales. Leanne Wood, dirigente del Plaid Cymru /4 galés, ha jugado un rol importante en el apoyo a la campaña por el Sí en Escocia. Actualmente afirma sin ambigüedad que no se puede marginar al País de Gales de las discusiones sobre las nuevas transferencias de poder a Escocia.

Esto plantea la cuestión del enorme déficit democrático de Gran Bretaña, al ser uno de los países más centralistas de Europa; y, también, la cuestión de la dependencia en relación a Westminster de las metrópolis y de las regiones del Norte y del Sureste. Planea, una vez más, la cuestión del sistema electoral (mayoritario a una vuelta) que, cuando se trata de elegir un representante, no tiene en cuenta la mayoría de los votos.

En sus primeras declaraciones tras el referéndum, Cameron mostró que estaba más interesado en enviar mensajes al UKIP, a su nacionalismo gran-inglés y a los diputados más de derechas de su propio partido que a un nuevo tratado con Escocia. Lo que le interesa, más que embarcarse en cambios constitucionales, es impedir que las y los diputados escoceses participen en las votaciones concernientes a las cuestiones inglesas (lo que le encantaría a Nigel Farage).

Evidentemente, esto plantea un problema al Partido Laborista porque ese compromiso /5 fue hecho, sobre todo, por Gordon Brown y no por Cameron. Para Cameron, la cuestión que se plantea ahora es pasar página en lo que respecta a este compromiso. Pero no será fácil. En muchos aspectos, la campaña a favor del Sí ha impuesto el debate. Entre los 1,6 millones de personas que han votado por la independencia, mucha gente va a continuar comprometida políticamente. No va a quedarse quieta si no se cumplen las promesas hechas o ante nuevos ataques de Westminster.

La radicalización de la campaña a favor del Sí puede muy bien traducirse en una radicalización del debate político en Escocia. Y este hecho puedo tener repercusiones a lo largo y ancho de Gran Bretaña. Las reivindicaciones a favor de una transferencia de competencias y de reformas democráticas son inevitables. Westminster no representa mejor a las ciudades o a las regiones del Norte de Inglaterra de lo que lo hacía a Escocia.

A pesar de la derrota, las cosas ya no serán jamás como antes. Ya no es posible volver a la gestión "normal" de los asuntos.

NOTAS:
1/ La "City" designa normalmente la Bolsa londinense, una de las principales del planeta.
2/ Dirigente del Partido Conservador, Philip Hammond ha ocupado sucesivamente los cargos de Ministro de Transporte (2010-2011), Defensa (2011-2014) y de Asuntos Exteriores y para la Commonwealth (2014- ) en el Gobierno de David Cameron.
3/ Holyrood, sede del Parlamenco de Escocia.
4/ Plaid Cymru es un partido de Gales, de tendencia social-demócrata y partidario de la independencia.
5/ El Partido por la Independencia del Reino Unido (en inglés: United Kingdom Independence Party) es un partido de derecha extrema y euroescéptico, que defiende el abandono de la Unión Europea. Su líder actual es Nigel Farage.
5/ Se trata del compromiso adquirido días antes del referéndum por los líderes del Partido Laborista, del Partido Conservador y del Patido Demócrata Liberal, sobre la transferencia de competencias a Escocia.

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